Kusama nació en una familia rica de Japón que tenía grandes viveros en los que cultivaban violetas, peonías y cinias para vender en todo el país.
CINIAS
Desde muy pequeñita Yayoi llevaba su block de dibujo a los terrenos de cultivo y se sentaba entre las flores hasta que, como en un cuento de hadas un día sintió que las flores se le acercaban en tropel y le hablaban. “Yo pensaba que solo los seres humanos podían hablar, así que me sorprendió que las violetas se expresaran con palabras. Tanto me aterroricé que empezaron a temblarme las piernas”.
Ya sabéis que KUSAMA veía y escuchaba cosas que sólo existían en su imaginación.
Su mamá no entendía su arte, y no quería que pintase.
Pero YAYOI siguió pintando...., porque quería expresar lo que sentía.
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