Erase una vez un niño que soñaba con un mundo donde todos fuesen iguales ,donde el color de la piel no nos importase.
Siendo muy pequeño, disfrutaba de las historias que sus abuelos le contaban sobre su pueblo y sus costumbres y, aunque era muy feliz junto a su familia en Sudáfrica, poco a poco se fue dando cuenta de que algo no iba bien.
Cuando comenzó el colegio, empezó a escuchar una palabra que no entendía, “Apartheid”, y por más que preguntaba a su Seño y a los adultos más cercanos, sólo conseguían que huyeran atemorizados o simplemente callaban, y nadie le explicaba.
Las personas que llegaban a su país les miraban mal y cuchicheaban a sus espaldas, incluso algunos, a pesar de ser niños como él, le despreciaban por no tener el mismo color de piel y eso no le gustaba.
-¿Por qué no podemos ser amigos?- preguntaba a alguno de sus compañeros/as -¿es que cuando te caes y te haces daño, no lloras como yo?- le llegó a preguntar a una niña a la salida del colegio.
-No lo sé – le respondió la niña encogiéndose de hombros – me gusta jugar contigo , pero mis padres no me dejan.
-¿Por qué? – insistió Nelson.
La niña no entendía el motivo, pero debía obedecer a sus padres.
El pequeño se quedó sentado en la entrada del colegio triste y solo, pero justo en ese momento decidió que, cuando fuese mayor, lucharía por hacer posible que todos fuesen iguales y que otros niños pudiesen jugar juntos sin importar el color de su piel, ni nada que les pudiese separar.
Nelson fue a la universidad y siguio luchando con sus palabras, pero le detuvieron y encarcelaron durante ventisiete años .Durante esos años siguió con la idea de conseguir su sueño, aprovechando todo el tiempo libre que tenía, que era mucho, estudiando y preparándose para cumplirlo el día que saliera en libertad.
Aquel niño, se había convertido en un hombre de setenta y un años, cuando consiguió su libertad ,gracias a un amigo que también soñaba con la igualdad.Juntos consiguieron muchas metas .
Mucha gente oyó hablar de lo que habían logrado tras años de lucha y, mandatarios de todos los países del mundo llegaron a un acuerdo. Como todos lo habían intentado y sólo ellos lo consiguieron, les concedieron el mayor de los premios que habían entregado hasta entonces, “El Premio Nobel de la Paz”.
Ambos se pusieron muy contentos al recibirlo y les animó a que siguieran trabajando para hacer lo más difícil, que se mantuviese vivo ese sueño hecho realidad.
Los dibujos los han hecho los niños y niñas de Atención Educativa, en sus horas de alternativa a la religión .
Además todos/as juntos trabajamos con la biografía de Nelson y su retrato.
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